Parte 1
Nuevo, nuevo, Bufo, Bufo…. Aún no es el día.
¿Y si no es hoy cuándo?
Hoy estoy en una, aguanten, ya va a pasar…
Volviendo. Hoy no es el día….. retruco, hoy es el día, ahora es el momento, ya. En este mar sonoro, en esta orilla en la cual la percepción es la reina. Acá donde el sonido invisible, como por arte de magia, mueve una piel y mi cerebro se pajea con esos estímulos, nos encontramos. Dos guitarras, dos guitarristas, dos tracks….. ¿Aún no es el día? Hay tantas flechas, tantos dedos y ojos… todos apuntando a que este es el día.
Hoy me siento a escribir, sin mi cuaderno, sin mi lapicera, sin mi cafecito, hoy definitivamente no es el día, pero sino cuándo….. ¿Vale la pena esperar? Esperar qué. Algo que aprendí últimamente es a no esperar y no postergar, todo tiene que ser más visceral, más animal. Todo en post de ser genuino, honesto bah, qué sentido tiene tamizar todo ad eternum. En mi opinión el arte da espacio a que la cosa sea así, del cuore, sin tanto intelecto, sin tanta cabeza. Acá algo de eso se deja escuchar, se los nota escuchando.
Parte 2
Acoples como faroles que alumbran en la noche. Me buscan, ellos piensan que me perdí, desaforados quieren rescatarme. Me escondo. Más acoples, más faroles. Me pinto la cara de negro con barro para que no me vean. Hay alguien ahí atrás, una nota grave que pulsan cada tanto, me genera expectativa. Me oprime el pecho.
Quiero escuchar esto en una sala enorme con los parlantes más grandes que haya, quiero que mis pulmones sientan lo mismo que mis oídos. Quiero que estos sonidos sean aún más lentos, si es que eso es posible, quiero que todo resuene más, quiero gritar…
Al decirlo un acorde explota como un trueno en la noche, imponente, su luz me deja ver las nubes que lo albergan, me deja ver lo pequeño que soy ante la naturaleza. La magia de la música.
Yo aquí conectadísimo con lo que escucho, pido y suena, cómo funcionará eso. ¿Será que ese acorde era el único lugar posible?
En el medio del mar “el bardo”
Siempre los medios, las mitades de camino, son lugares complejos, ahí es donde unx encuentra el gris entre ir o volver, entre llegar a la cima, donde no sólo nos espera la gloria sino también el agua y la comida o incluso un refugio para poder descansar, o volver, derrotado, sucio de vergüenza, llenx de excusas que se inventó durante esa vuelta y que incluso se las repitió tantas veces que ya las cree verdaderas.
Ellos lo logran, cuando “el bardo” se tranforma en una piedra gigante que intenta aplastarlos, ellos como “Gavilan” se plantan y resisten, no accionando, no revoleando patadas, si no aceptando, respirando profundo y concentrando fuerzas. Ellos saben, la tienen clara. Cada paso en el ascenso a la cumbre es un paso premeditado desde el instinto, pero un instinto forjado con años de sonar. En definitiva, ellos son sonido, todo lo demás es anecdótico.
Gracias Nic & Pol
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